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Un ejemplo de un mapa animado

La fundación de los Estados latinos de Oriente


Después del llamamiento del papa Urbano II a liberar los Lugares Santos, numerosos fueron los guerreros latinos que tomaron la cruz y se dirigieron hacia Jerusalén. En octubre de 1097, llegaron frente a Antioquía, en ese entonces, ciudad poderosamente fortificada y controlada por un emir turco.

Como el asedio se eternizaba, algunos señores cruzados aprovecharon para recorrer la región. Sobre todo, fue el caso de Balduino de Boulogne, hermano menor de Godofredo de Buillón.

Balduino, aprovechando que el señor armenio de Edesa había pedido ayuda, tomó el control de la ciudad y, luego, conquistó progresivamente las ciudades de los alrededores. Este episodio marcó el nacimiento del condado de Edesa, el primero de los Estados latinos de Oriente.

Antioquía cayó en junio de 1098. Después de una larga pausa, los cruzados retomaron la marcha hacia Jerusalén. El conde de Provenza asedió y tomó la ciudad de Maárat an-Numán y luego mandó destruir sus murallas.

Mientras los ejércitos cruzados bajaban lentamente hacia Jerusalén, Bohemundo de Tarento se quedó en Antioquía, recuperó Maárat y conquistó rápidamente la meseta del Jabal al-Summaq. Este fue el centro del segundo de los Estados latinos de Oriente, el principado de Antioquía.

Durante su marcha hacia el sur, los cruzados tomaron la ciudad de Tortosa. El conde de Provenza dejó allí una importante guarnición de provenzales y la ciudad fue el nodo alrededor del cual se construiría el condado de Trípoli.

La toma de Tortosa fue una excepción: la mayoría de las ciudades litorales controladas por emires independientes prefirieron negociar con los cruzados. El príncipe de Trípoli, por ejemplo, pagó un importante tributo a los señores latinos para que evitaran la ciudad.

En cambio, los cruzados aprovecharon que las tropas fatimíes se habían retirado para apoderarse del puerto de Jafa. El control de este puerto acabó siendo muy estratégico ya que permitió la llegada de refuerzos que vinieron, principalmente, de ciudades italianas.

En el camino de Jerusalén, los cruzados tomaron la ciudad de Lod e instalaron a un obispo católico.

Tras un breve asedio, la Ciudad Santa fue tomada el 15 de julio de 1099. Los cruzados saquearon la ciudad, pero deseaban, sobre todo, consolidar las bases de su poder, por lo que emprendieron varias conquistas que fueron el origen del reino de Jerusalén, cuarto Estado latino de Oriente.

Godofredo de Buillón, elegido príncipe de la ciudad, y Tancredo se apoderaron de varios pueblos de Galilea, de Samaria y de Judea, como Nazaret, Nablus, Beit She'an, Tiberíades y Hebrón.

En 1110, Balduino I sucedió a su hermano Godofredo y concentró sus esfuerzos en el litoral del reino: Arsuf, Haifa y Cesarea fueron tomadas entre 1100 y 1101, y luego Acre en 1104, gracias a la ayuda de peregrinos occidentales.

Al norte, Tancredo llegó a ser regente del principado de Antioquía, que desarrolló de manera considerable.

Por su lado, Raimundo de Saint-Gilles se apoderó de varias ciudades alrededor de Trípoli, pero fue tan solo en 1109 que, finalmente, su primo Guillermo tomó la ciudad.

En esa fecha, los cuatro Estados latinos estaban sólidamente instalados en el paisaje político y geopolítico del Oriente Próximo medieval.