Este video es parte de una serie de 11 mapas animados.

Consultar serie: Las cruzadas

Suscribir
Un ejemplo de un mapa animado

La reconquista ayubí


En 1170, los Estados latinos de Oriente estaban sólidamente instalados en el paisaje geopolítico de Oriente Próximo. El principado de Antioquía, el condado de Trípoli y el reino de Jerusalén eran dirigidos por dinastías latinas. Al norte, la Cilicia armenia se encontraba en plena expansión.

Sin embargo, los latinos de Oriente tuvieron que enfrentarse a un terrible adversario: Nur al-Din, el hijo de Zengi. Este señor turco, que recuperó el territorio de su padre alrededor de Mosul y Alepo, se impuso, más tarde, en Damasco.

Los reyes latinos de Jerusalén y Nur al-Din rivalizaron por dominar Egipto. En esos momentos, el poderoso califa fatimí estaba muy debilitado y Egipto era un reino muy rico y muy poblado: apoderarse de él permitiría dominar toda la región.

Por un tiempo, Egipto pasó bajo el protectorado del reino latino de Jerusalén.

Pero, en 1169, Nur al-Din logró imponer a uno de sus jóvenes oficiales como visir en El Cairo. Se trataba de un soldado kurdo llamado Saladino.

En 1171, Saladino aprovechó la muerte del califa fatimí para abolir el califato chiita. Egipto vuelve a estar bajo el amparo sunita. A pesar de sus declaraciones de fidelidad a Nur al-Din, Saladino comenzó a organizar su propio poder.

En 1174, después de la muerte de Nur al-Din, Saladino se impuso en Damasco y luego conquistó, poco a poco, el Imperio zenguí. En 1183, terminó tomando Alepo e impuso su autoridad a las otras ciudades de la región, al mismo tiempo que luchaba contra los armenios, los francos y los príncipes selyúcides.

Por primera vez desde hacía varios siglos, la casi totalidad de Oriente Medio estaba unificada bajo el poder de un solo dirigente. La situación de los latinos, rodeados por las propiedades de Saladino, se vio muy fragilizada.

En la primavera de 1187, Saladino atacó de nuevo al reino de Jerusalén. Guido de Lusignan, el nuevo rey, marchó a su encuentro a la cabeza de todas las tropas que había podido juntar. Sin embargo, el 4 de julio, sufrió una dura derrota en la llanura de Hattin, muy cercana al lago de Tiberíades.

En una sola batalla, Saladino destruyó casi por completo las fuerzas armadas de los latinos, por lo que pudo conquistar muy fácilmente los puertos de la costa, salvo Tiro, fuertemente fortificado. Más tarde, el 2 de octubre, se apoderó de Jerusalén. A cambio de un importante rescate, Saladino autoriza a la población latina a huir de la ciudad.

En los meses siguientes, Saladino se apoderó de casi todas las plazas fuertes de los latinos, de tal manera que, en 1188, los Estados latinos habían casi desaparecido y el Imperio ayubí se había convertido en la gran potencia del momento.

Solo la llegada de los cruzados occidentales, a partir de la primavera de 1190, permitió dar término a las conquistas ayubíes y ofrecer una segunda vida a los Estados latinos de Oriente.