Este video es parte de una serie de 11 mapas animados.

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Un ejemplo de un mapa animado

Un conflicto complejo, más que un choque de civilizaciones


Cuando llegaron los cruzados, el paisaje político del Oriente Próximo era extremadamente complejo: la región estaba dividida en emiratos, generalmente a escala de una ciudad y de su territorio, como los principados de Damasco, de Antioquía, de Trípoli y de Alepo. Los emires reconocían oficialmente la tutela de un califa, el de Bagdad o el de El Cairo, pero en realidad gobernaban de manera bastante autónoma.

Estas divisiones políticas se vieron acompañadas de divisiones étnicas: encontramos emires árabes y emires turcos que llegaron desde mediados del siglo XI y que acababan de convertirse al islam. Las dos entidades se oponían, a veces con violencia. También encontramos otra línea de fractura entre turcos y kurdos: los segundos, a los que pertenecía Saladino, se habían islamizado y arabizado, pero no eran árabes.

Las divisiones también eran religiosas.

En cuanto al islam, las oposiciones entre chiitas y sunitas eran grandes: los abasíes de Bagdad y casi todos los emires turcos eran sunitas, mientras que la dinastía fatimí, en El Cairo, era chiita.

En esta época, en la región, los cristianos seguían siendo mayoritarios, pero también eran diversos: podíamos encontrar coptos, melquitas, jacobitas, maronitas, nestorianos y armenios.

Numerosas comunidades judías estaban presentes en ciudades como Jerusalén, El Cairo, Damasco y Acre. Estas comunidades eran dinámicas en el plano económico y cultural, principalmente, gracias a sus relaciones con las comunidades judías de Magreb o de Occidente.

Los cruzados eran todos católicos pero, a pesar de ello, no formaban un bloque unido. Durante la primera cruzada, los provenzales y los normandos chocaron en varias ocasiones. En los primeros años del siglo XII, normandos y alemanes se disputaron la corona de Jerusalén. Los italianos de ciudades mercantes como Pisa, Génova y Venecia eran acusados frecuentemente de privilegiar sus intereses comerciales.

Rápidamente, los cruzados que quedaron en Oriente se alejaron de la radicalidad de la cruzada predicada en Europa y establecieron alianzas o acuerdos con los musulmanes.

-        En 1109, por ejemplo, Tancredo, regente de Antioquía, pactó una alianza con el príncipe Ridwan de Alepo para combatir contra el príncipe Jawali de Mosul. Este último apeló al señor Balduino de Edesa… Por lo tanto, en ambos campos encontramos caballeros francos que luchaban al lado de musulmanes.

-        Antes de la segunda cruzada, el emir de Damasco pactó una alianza con el reino latino de Jerusalén para enfrentar la amenaza de los musulmanes de Alepo.

-        Durante la tercera cruzada, Saladino y Ricardo Corazón de León buscaron un tratado de paz y, durante cierto tiempo, casar el hermano del primero con la hermana del segundo, aunque dicho proyecto fracasó rápidamente.

Más tarde, esta capacidad de acuerdo con el adversario se vio ilustrada por Federico II del Santo Imperio, quien negoció, en 1229, el regreso de Jerusalén al ámbito cristiano sin necesidad de luchar. Lejos de ser aclamado por haber recuperado la Ciudad Santa, fue muy criticado en Occidente ya que se consideró como inadmisible no hacer la Guerra Santa.

A nivel individual, diversas fuentes, así como la excelente autobiografía del príncipe sirio Usama ibn Munqidh, muestran historias de amistad, de amor y de respeto mutuo entre latinos, turcos, árabes y armenios. En un oriente decididamente plural, las guerras permanentes no impidieron que se crucen fronteras religiosas o políticas.