Este video es parte de una serie de 24 mapas animados.

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Un ejemplo de un mapa animado

El Congreso de Viena 1814-1815


Tras la derrota de Napoleón, Europa queda profundamente desorganizada tras 25 años de guerras y eventos revolucionarios.

Bajo la dirección de los cuatro grandes vencedores de Francia, es decir Reino Unido, Austria, Prusia y Rusia, los países europeos se reúnen en Viena en septiembre de 1814, para fijar la suerte de los territorios trastocados por las conquistas napoleónicas y reconstruir un orden europeo.

Dos principios rigen las negociaciones: la preservación de los equilibrios políticos entre las potencias y la restauración de las viejas dinastías, destituidas por la ola revolucionaria.

Las decisiones tomadas en Viena conforman un nuevo mapa político de Europa.

Prusia se apropia una parte del Gran Ducado de Varsovia, la Pomerania sueca, más de la mitad de la Sajonia y, sobre todo, la mayor parte de la Renania. Con estas adquisiciones, Prusia gana definitivamente el estatuto de gran potencia europea.

Rusia ratifica su dominio sobre Finlandia. Obtiene además  la tutela sobre la mayor parte de Polonia y le quita la Besarabia al Imperio otomano. El zar prosigue así su marcha hacia Constantinopla.

Austria, por su parte, recupera el Tirol y recibe el reino Lombardo-Véneto así como Dalmacia. Estas anexiones le dan al Imperio de los Habsburgo una vocación meridional y mediterránea.

Inglaterra no tiene ambiciones territoriales en el continente europeo. Más preocupada por el desarrollo de su imperio colonial y la seguridad de sus vías comerciales marítimas, obtiene varias islas, tales como el islote de Heligoland en el mar del Norte, Malta y las islas Jónicas en el Mediterráneo.

Suecia ratifica su anexión de Noruega a expensas de Dinamarca que recibe, en compensación, los ducados de Holstein y Lauenburgo.

Francia, potencia derrotada vuelve a grandes rasgos a sus fronteras de 1792. Para poner fin a sus ambiciones territoriales se refuerzan dos Estados-tapón. En su frontera norte se crea el reino de los Países Bajos que incluye Bélgica, mientras que, en el sur, el reino de Piamonte-Cerdeña recupera la Saboya y el condado de Niza, e incorpora la región de Génova.

 Por último, las decisiones del Congreso de Viena dejan fragmentada la península italiana así como Alemania, a pesar de la creación de la Confederación Germánica.

El nuevo orden europeo, delineado en Viena, marca la revancha del Antiguo Régimen sobre los ideales de libertad nacidos de la Revolución francesa, y no responde a las crecientes aspiraciones nacionales en Europa.    

Muchos pueblos se sienten defraudados: los polacos cuyo país es una vez más rayado del mapa, los belgas y los noruegos sujetos ahora de soberanos extranjeros, los patriotas italianos y alemanes que aspiran a alguna forma de unidad nacional.

En los Balcanes, el debilitamiento del Imperio otomano refuerza el deseo de independencia de los pueblos cristianos: serbios, griegos, búlgaros o rumanos.