El triunfo de las nacionalidades 1850-1871

Las revoluciones de la Primavera de los Pueblos han fracasado, pero han revelado la fuerza de las aspiraciones nacionales. En los años siguientes, el contexto diplomático europeo favorece cada vez más la  realización del mapa plasmado en el Congreso de Viena.

En Francia, Napoleón III ve con buenos ojos la Europa de las nacionalidades, de la cual desea ser el árbitro. Su acercamiento a Inglaterra durante la guerra de Crimea y luego la organización, en París, de la conferencia internacional que salda ese conflicto, permite al emperador influir en el tablero europeo.

Por su lado, los patriotas italianos y alemanes dan prioridad, ahora, a alcanzar la unidad nacional, antes que a las reformas liberales.

En este nuevo contexto, los reinos de Piamonte y Prusia logran realizar en torno a ellos la unificación italiana y alemana: el Piamonte con la ayuda de Francia y el apoyo de la población; y Prusia, forjando la unidad alemana por medio de tres conflictos sucesivos contra Dinamarca, Austria y luego Francia.

Austria resulta la gran perdedora de estos cambios: excluida de la unidad alemana, se transforma en un estado binacional, Austria-Hungría.