La independencia de los pueblos balcánicos

El Imperio otomano está sumido desde el siglo anterior en un largo ocaso, pero el juego de las potencias europeas ha neutralizado durante mucho tiempo el deseo de emancipación de las poblaciones cristianas.

En 1875, el sultán controla todavía buena parte de los Balcanes, aunque su dominio sea meramente formal en la parte norte, donde Serbia y Rumanía han obtenido su autonomía. Pero a partir de esta fecha, una serie de crisis que se alimentan entre ellas alteran el mapa de la región.

La primera crisis es provocada por diversas revueltas contra los impuestos  otomanos. La represión turca, sumamente brutal, indigna a Europa ; pero esta última, dividida, no puede imponerle concesiones al sultán.

Bajo pretexto de esta impotencia, el zar declara la guerra a Turquía y las tropas rusas alcanzan rápidamente las puertas de Constantinopla.

En un primer tratado, firmado en San Stefano en marzo de 1878, el zar impone al sultán la creación de una gran Bulgaria autónoma que ocupa todo el espacio central de los Balcanes. Pero este nuevo Estado, en su mayor parte bajo influencia rusa, obstaculiza las ambiciones territoriales serbias y austriacas y constituye, en opinión de Londres, una amenaza para los estrechos.

Ante el riesgo de una conflagración generalizada, Bismarck logra convocar un Congreso en Berlín en junio de 1878.

El Congreso de Berlín confirma varias disposiciones del Tratado de San Stefano : la independencia de Serbia, Rumanía y Montenegro, y el paso de Bosnia-Herzegovina y del sanjacado de Novi Pazar bajo administración austriaca. Por el contrario, Bulgaria se ve reducida pues pierde la región de Tracia que revierte al sultán, y se divide en dos entidades : la Bulgaria autónoma y el principado de Rumelia.

A Grecia, por su parte, le prometen Tesalia.

La situación al término del Congreso de Berlín no es estable. Este semi desmantelamiento de la parte europea del Imperio otomano ha reforzado las aspiraciones nacionales de los pueblos balcánicos sin satisfacer a ninguno; y la claudicación del zar en el asunto de Bulgaria ha exacerbado la rivalidad entre Rusia y Austria-Hungría.

En 1908,  Austria-Hungría decide anexar Bosnia-Herzegovina. Este acto de fuerza provoca la indignación de serbios y rusos pero el zar, sin el apoyo de sus aliados Francia e Inglaterra, debe aceptar el hecho consumado.

Aprovechando esta nueva crisis, Creta obtiene su incorporación a Grecia, mientras que Bulgaria hace reconocer su independencia.

En los años siguientes, la diplomacia rusa intenta reafirmar su liderazgo y promueve el entendimiento entre los Estados de los Balcanes.

A principios del año 1912, los serbios, búlgaros, griegos y montenegrinos se unen para atacar a Turquía ; y ésta, rápidamente derrotada, debe ceder la casi totalidad de sus posesiones en el continente europeo.

Sin embargo, la mezcla de poblaciones dificulta el reparto de los despojos. A disgusto por las decisiones que se vislumbran acerca de la división de Macedonia, Bulgaria desata una nueva guerra contra sus aliados de la víspera, pero es rápidamente derrotada.

El Tratado de Bucarest, firmado el 10 de agosto de 1913, determina una nueva división de los Balcanes :

- El gran ganador es Serbia, que obtiene la mayor parte de Macedonia y una frontera común con el país hermano, Montenegro. En cambio, Austria-Hungría consigue imponer la independencia de Albania, privando así a los serbios de un acceso al mar.

- Grecia amplía su territorio con el Epiro, la Macedonia del Sur y la mayor parte de las islas del mar Egeo.

- Bulgaria obtiene una extensión territorial al sur con un acceso al mar Egeo, pero esto no satisface sus ambiciones  y, además, debe ceder Dobruja del Sur a Rumanía.

- Turquía recupera una pequeña parte de los territorios abandonados el año anterior.

Esta última crisis exacerba la rivalidad entre las grandes potencias, en especial entre Rusia, protectora de los serbios, y Austria-Hungría que apoya a los búlgaros.

Esta rivalidad provocará, al año siguiente, el estallido de la Primera Guerra Mundial.