Las primeras protestas contra el Congreso de Viena

El Congreso de Viena sella la victoria de los príncipes europeos sobre los ideales de libertad nacidos de la Revolución francesa, pero este nuevo orden europeo es rápidamente impugnado. Para frenar las reivindicaciones liberales o nacionales que expresan numerosos pueblos, el zar de Rusia Alejandro I propone a las grandes potencias concertarse en el marco de la Santa Alianza.

En los Balcanes, los serbios desatan una nueva insurrección contra los otomanos en 1815 y obtienen una primera forma de autonomía; en 1821, una insurrección en Moldavia y Valaquia fracasa, pero la guerra librada ese mismo año por los griegos culmina en su independencia en 1830.

En el oeste, movimientos de inspiración liberal objetan las políticas de retorno al Antiguo Régimen. Las primeras tensiones aparecen en Alemania donde, a partir de 1817, manifestaciones estudiantiles enardecen los ánimos. En 1820, los soberanos españoles y luego los de las Dos Sicilias se ven obligados a otorgar una constitución a sus pueblos.

Estos primeros movimientos son rápidamente reprimidos: las tropas austriacas intervienen en Alemania e Italia, y las francesas en España.

Pero en julio de 1830, la caída de los Borbones en Francia reaviva las protestas en Europa.

Ante el anuncio de la insurrección parisina, los belgas se sublevan contra Guillermo I de los Países Bajos. En noviembre, los polacos expulsan al hermano del zar, mientras que se producen brotes de agitación en varios estados de Alemania e Italia.       

Situada en el área de influencia franco-inglesa, Bélgica obtiene su independencia, pero los liberales alemanes e italianos y los patriotas polacos se topan con el acuerdo entre Prusia, Austria y Rusia para cortar de raíz cualquier movimiento liberal o nacional. Una vez más las tropas austriacas entran en Italia, mientras que el ejército del zar retoma Varsovia.