La fundación legendaria de Roma

Según la leyenda, el origen de los romanos remonta a Eneas, héroe troyano nacido de la diosa Venus.

Cuando los griegos toman la ciudad, Eneas embarca con algunos compañeros buscando una nueva patria. Después de varios años viajando por el mar Egeo y luego en el Mediterráneo central, Eneas llega a Cartago y se enamora de la reina Dido antes de volver a Lacio en la península italiana.

Eneas fue recibido por el rey Latino, se casa con su hija Lavinia, y luego funda la ciudad de Lavinia.

Más tarde, su hijo Ascanio funda Alba Longa en las laderas de los montes Albanos que dominan Lacio.

Doce reyes reinaron en Alba; el decimotercero, Numitor, fue destronado por su hermano Amulio.

Para estar seguro de que el trono iría a sus descendientes, Amulio manda a que se abandonen en el Tíber a Rómulo y Remo, hermanos gemelos, hijos del dios Marte y de Rea Silvia, la hija de Numitor.

Pero Rómulo y Remo encallan en la orilla del río, cerca del monte Palatino en donde son amamantados por una loba y luego criados por pastores.

Cuando llegan a la edad adulta, Rómulo y Remo le devuelven el trono de Alba a su abuelo Numitor y deciden fundar una ciudad cerca del lugar en el que la loba los había recogido.

La suerte elige a Rómulo para fijar los límites de la ciudad. Para ello, traza un surco con un arado alrededor del Palatino levantando la reja de tanto en tanto para marcar la ubicación de las puertas.

Nadie debía cruzar este surco sagrado, pero el hermano de Rómulo, para desafiarlo, no respeta este mandato y este último lo mata.

Los historiadores romanos fijan la fecha de la fundación legendaria de Roma al año 753 a. n. e.