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La colonización


A partir del siglo VIII y por más de doscientos años, los griegos, asentados a cada lado del mar Egeo continúan su expansión mediante el establecimiento de colonos.

Para los griegos, esta colonización consiste en abandonar su polis para fundar otra alrededor del Mediterráneo.

Las motivaciones de los colonos son diversas y evolutivas: búsqueda de tierras agrícolas, control de las rutas comerciales, salida ocasionada por luchas políticas o por espíritu aventurero…

La primera fase de esta colonización tiene lugar dentro de un espacio relativamente cercano: sur de Italia, Sicilia y los estrechos. Se trata principalmente de ciudadanos de la isla de Eubea oriundos de Calcis y Eretria, o de las polis del Peloponeso: Megara, Corinto o Esparta.

La fundación por parte de los eubeos de la factoría de la isla de Pitecusas, actualmente Isquia, en la ruta de los metales tiene lugar muy poco antes de la fundación de la ciudad de Cumas en la actual bahía de Nápoles hacia el año 750.

En las décadas siguientes se fundan otras colonias en el sur de Italia: Tarento por los espartanos, Crotona y Síbari por los aqueos.

En la misma época, en Sicilia, los megarenses fundan Megara Hiblea, los eubeos Naxos y los corintios Siracusa.

El sitio donde fundan Siracusa reúne las principales características buscadas por los colonos griegos cuando elijen una implantación:

La cercanía de tierras fértiles, en este caso la llanura costera drenada por el río Anapo y el lago Ciane, y la presencia de una plaza fácil de defender : la isla de Ortigia que dispone, además, de una fuente de agua dulce, la Aretusa.

La fundación de las polis de Zancle y Rhegio a cada lado del estrecho de Sicilia, así como la de Bizancio y Calcedonia en las dos orillas del Bósforo demuestra la preocupación de los griegos por controlar las rutas marítimas.

En la segunda fase, entre los años 650 y 510, la colonización se extiende a toda la cuenca mediterránea. Esta vez los colonos vienen de todo el mundo griego, en particular, de las polis de la costa jónica como Mileto o Focea o de polis fundadas en Magna Grecia en el periodo anterior, como Naxos o Síbari.

Al norte, en las riberas del mar Negro de donde proviene el trigo, los milesianos fundan Sinope, Olbia y Panticapeo.

Hacia el oeste en la ruta del estaño, los focenses fundan Massalia —actual Marsella—, que da acceso a la ruta comercial del valle del Ródano, luego Alalia en Córcega y Emporion, actual Ampurias, en España.

Hacia el sur, los habitantes de Tera, la isla más meridional de las  Cicladas (actualmente Santorini), fundan Cirene en la actual Libia.

No obstante, la presencia del reino de Egipto y la competencia de Cartago en el Mediterráneo occidental limitan grandemente el establecimiento de colonias griegas en las costas africanas e ibéricas.

La expansión termina a finales del siglo VI. Las causas de esta interrupción de la colonización son, principalmente, la resistencia de la población local, etruscos e ilirios, y la amenaza persa al este.

El resultado más tangible de la colonización es la helenización de una gran parte del Mediterráneo: los etruscos reciben la escritura que a su vez transmiten a los romanos. Los pueblos autóctonos se familiarizan con el vino, el aceite, la cerámica o la arquitectura urbana.