Este video es parte de una serie de 12 mapas animados.

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Un ejemplo de un mapa animado

El galeón de Manila


La ruta comercial más larga y audaz abierta por los españoles en el siglo XVI es aquella entre las Filipinas y América a través del océano Pacífico.

Tras el descubrimiento de Filipinas por Magallanes en 1521, Madrid logra imponer su control sobre el archipiélago. Sin embargo, las comunicaciones con Europa vía el océano Índico son dominio reservado del Portugal, consagrado por los Tratados de Tordesillas y Zaragoza. 

Esta situación obliga a Madrid a administrar las Filipinas desde el virreinato de Nueva España.

Ir a Filipinas desde Acapulco es relativamente sencillo. En la zona ecuatorial las corrientes marinas y los vientos alisios son favorables; gracias a ello, los navíos efectúan la travesía en unos tres meses. La vuelta es más difícil, y la ruta idónea no será descubierta hasta 1564 por el navegante Andrés de Urdaneta.

Partiendo de Filipinas, Urdaneta fija rumbo hacia el noreste y costea el archipiélago del Japón hasta llegar al paralelo 40 norte, donde encuentra los grandes vientos del oeste de la zona templada y las corrientes propicias que facilitan la travesía hasta el continente americano. Tras alcanzar la latitud del extremo norte de California, basta bordear la costa hacia el sur para llegar a Acapulco.

La ruta es sin embargo larga, 15.000 km, y peligrosa por los huracanes entre Filipinas y Japón. Durante la travesía, que puede rebasar los cinco meses, el escorbuto causa estragos entre la tripulación y las pérdidas humanas son considerables.

Esta ruta marítima permitió la creación de un nuevo flujo comercial entre China, América y Europa a través de los océanos Pacífico y Atlántico.

Dos o tres veces al año, el galeón de Manila sale de Acapulco cargado de la plata proveniente de las minas de México y Perú.

Este cargamento es canjeado en Manila contra mercancías de lujo: especias, pero ante todo la seda y porcelana provenientes de China y traídas en juncos hasta las Filipinas.

La nueva carga atraviesa el Pacífico hasta Acapulco, y de allí es llevada por tierra hasta el puerto de Veracruz, donde es de nuevo embarcada con destino a Sevilla.

Este intercambio, muy lucrativo, entre la plata de América y la seda china, conoce su apogeo a mediados del siglo XVII, y es posteriormente limitado por España, preocupada por la rápida caída de los arribos de plata del Nuevo Mundo a Sevilla.

Los viajes del galeón de Manila prosiguen hasta principios del siglo XIX, pero ya sólo para satisfacer la demanda de productos chinos por parte de los americanos.