En el verano de 1940, Hitler ya se había adueñado de gran parte de Europa e intentó negociar el fin de la guerra con Inglaterra para tener las manos libres al este.
Winston Churchill, rechazó la propuesta, por lo que Hitler se resignó a lanzar la operación «León Marino» y ordenó a su aviación que se preparara para una invasión de las Islas Británicas o para obligar al Reino Unido a pedir el fin de las hostilidades.
Alemania disponía entonces de los aeropuertos de Europa Occidental, por lo que pudo establecer sus flotas aéreas en Normandía, el Paso de Calais, Dinamarca y Noruega, desde donde tenía acceso a Escocia y la costa este de Inglaterra.
La ofensiva de la aviación alemana empezó el 10 de julio atacando principalmente los puertos de la costa de la Mancha: Plymouth, Weymouth, Falmouth, Portsmouth y Dover, luego el estuario del Támesis y los convoyes navales en la Mancha.
La batalla de la Mancha duró un mes y Alemania, al ver que no llegaba a un resultado decisivo, cambió de táctica. A partir del 13 de agosto, la Luftwaffe intentó destruir la aviación británica. Bombardeó masivamente aeródromos y puestos de mando alrededor de Londres, instalaciones de comunicación en las costas este y sur, así como los centros de producción aeronáutica.
La aviación británica tenía la ventaja de luchar cerca de sus bases y, gracias a su red de estaciones de radar a lo largo de todo el litoral, pudo detectar rápidamente las olas de bombarderos y resistir ferozmente a los ataques alemanes. Estos enfrentamientos provocaron grandes pérdidas en ambos bandos.
Una vez más, Hitler cambió de táctica y ordenó a la aviación que bombardeara de manera masiva las grandes ciudades inglesas. El Blitz comenzó el 7 de septiembre. Alemania bombardeó Londres sin parar durante varias semanas y, en el cielo del Kent, las batallas aéreas eran diarias.
Hitler se vio obligado a renunciar al proyecto de invasión de Inglaterra debido a las pérdidas de la Luftwaffe y a que llegaba el otoño con condiciones meteorológicas difíciles, pero siguió bombardeando las ciudades inglesas, aunque con menor frecuencia. El 14 de noviembre, Coventry quedó totalmente destruida y Birmingham, Southampton, Bristol, Plymouth y Liverpool fueron atacadas sucesivamente entre noviembre de 1940 y mayo de 1941.
En la noche del 10 al 11 de mayo de 1941, más de 500 bombarderos atacaron Londres en la que fue la última gran incursión aérea mortífera en la capital y en la que la Cámara de los Comunes fue seriamente dañada.
La batalla de Inglaterra causó la muerte de más de 40.000 civiles, pero la determinación del pueblo británico a resistir causó al primer fracaso militar serio del Tercer Reich.