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Un ejemplo de un mapa animado

Alejandría, una ciudad helenística


Con el fin de reactivar los intercambios comerciales en el Mediterráneo oriental, Alejandro Magno ordena, durante la conquista de Egipto, la fundación de la ciudad de Alejandría, único puerto marítimo del país en aquella época.

El lugar escogido, un estrecho istmo entre el Mediterráneo y el lago Mareotis, tiene dos promontorios en el mar: el cabo Lochias y la isla de Faros.

La construcción de un muelle (el Heptaestadium) entre la costa y la isla de Faros hace que Alejandría pueda disponer de dos puertos, uno abierto al este y el otro al oeste, facilitando así el acceso de los barcos sujetos a la dirección del viento.

La isla de Faros sigue siendo célebre por haber contado con el faro, considerado  como una de las siete maravillas del mundo pues su haz de luz alcanzaba hasta unos sesenta kilómetros.

La ciudad, construida por el arquitecto Dinócrates tiene una forma rectangular casi perfecta, y es atravesada por amplias avenidas que se cruzan en ángulos rectos.

La comunicación con el río Nilo se hace por medio del lago Mareotis, en el que se construye un puerto, y por la excavación de un canal que garantiza el aprovisionamiento de agua de la ciudad.

Después de la muerte de Alejandro, los lágidas se instalan en Egipto y hacen de Alejandría su capital, dotándola de numerosos monumentos. Ptolomeo I hace construir la célebre biblioteca alejandrina que se estima llegó a contar hasta 700 mil volúmenes: textos griegos así como numerosas traducciones. Tolomeo funda igualmente el Museo que, al lado del palacio, acogía sabios y filólogos cuyos trabajos eran sufragados por el rey: como Eratóstenes, Apolonio, Euclides, Teócrito o Arquímedes.

Alejandría, gran centro comercial y político, dejó sentir su influencia en las esferas de la ciencia, la filosofía y las artes, y la ciudad será durante largos siglos la capital intelectual del Mediterráneo.