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Un profeta llamado Jesús


La historia del cristianismo comenzó con las predicaciones de un profeta llamado Jesús en la Palestina romana, cuya capital era Jerusalén.

La mayoría de las informaciones sobre Jesús provienen de los Evangelios, que fueron escritos unas décadas después de su muerte, por lo que solo tenemos algunas pocas certezas: era judío, así como sus seguidores, quienes luego transmitieron su mensaje.

Los judíos se dividían en varias corrientes religiosas y poblaban, en gran parte, diversas regiones que encontramos en los Evangelios: Judea, Galilea, Samaria, Edom, Perea y Decápolis.

En todas estas regiones también encontrábamos griegos, romanos, egipcios y árabes.

Algunos judíos consideraron que la ocupación romana que había comenzado en el año 63 a. n. e. era una consecuencia de la ira divina, y pensaban que el pueblo judío podría volver a ser libre una vez que mejorara el culto y que entonces Dios manifestaría su voluntad enviando un profeta.

Fue en este contexto de expectación religiosa donde tuvo lugar la existencia de Jesús. Se cree que nació en Belén de Judea, o en Nazaret de Galilea, hacia el año 6 a. n. e.

Después de un hipotético exilio en Egipto con su familia durante su infancia, Jesús pasó su adolescencia y su vida de hombre joven en Nazaret, la ciudad de José, su padre adoptivo.

Empezó a predicar cuando tenía alrededor de 30 años. Es imposible trazar su recorrido basándose en a los Evangelios, pero estos mencionan los siguientes eventos y lugares:

- fue bautizado por su primo, el profeta Juan Bautista, en las orillas del río Jordán

- su estancia en el desierto

- sus predicaciones y milagros en Caná, Sidón, Tiro y Cesárea, en las orillas del mar de Galilea (en Betsaida y Magdala), así como en Judea (en Jericó, Betania y Jerusalén).

En el año 30, o quizás en el 33 o 37, Jesús, denunciado como agitador por grupos judíos, fue juzgado por el gobernador romano Poncio Pilato, a quien convencieron de condenarlo a muerte por crucifixión.

Los Evangelios narran que la inhumación de Jesús en una tumba en la colina de Gólgota, en Jerusalén, fue seguida de su resurrección, acontecimiento que los cristianos toman como acto fundador de su fe.